viernes, 15 de agosto de 2014

MI "VOZ A TI DEBIDA"

Para ti

   un holocausto de algas en la noche
   una luna en el mar
   pulsando una cuerda

      cada lágrima muda
      del violín de los días.

Y yo por ti alzando estatuas en la arena
levantando las piedras a la sombra de un beso
que tú me diste

      y arde en la bahía

que tú me diste

      y fue más que una ola,
      más que un temblor de peces
      que emergiera de pronto
      del silencio del agua.

Cuando vuelvas tus ojos
   a las orillas rotas del invierno
   y envuelvas en un sueño
   las pupilas de sol que fueron mis enigmas,

cuando al caer la noche

   el mar no se levante
   y la luna salvaje se entumezca
   en la niebla lejana de los muelles,

cuando guardes los pies

   en un cofre de hielo y no se encienda
   el último candil legítimo en el acto,

   aunque ya no te acuerdes
   de la costa escarpada
   que derramó la sangre de los héroes
   y recibió la luz de múltiples auroras

   yo te estaré esperando en la bahía
   como si fueras tú
   el próximo crepúsculo.

Aunque ya no me escuchas
cuando llora mi voz por las paredes
   y vuelvo a ser un náufrago del día
   y el único horizonte
   que dibujan las sombras

que sea mi canción

   viento en la era
   abrazo de cristal, arrullo, gozo,

que sea sustancial como un latido

   o luciérnaga leve que no pese
   que no pese en tus pies,
     
      aunque los bese


pues sólo puede ser polvo encendido.

Otro día sin ti
sosteniendo la noche
con el rostro mojado y la tristeza
desatada de súbito.

Otro día en el mar
que me negó el acoso de las olas
cuando más deseaba
naufragar en la espuma.

Otro día sin límites
en el ocaso bronco
de las gaviotas ágiles de antaño.

Otro día soñando en el hechizo
del azar de tus alas
buscando el pan del beso
acercándome vana, inútilmente
a la orilla encantada de un otoño
que escribe en cada hoja
mi soledad sin ti.

Cúanto debo a la luz,
al mar entusiasmado y a la tarde,
a la flecha temprana
que penetró el silencio
y me inundó de gozo,
cuánto te debo al fin
      -hilo por hilo-
no es un collar de cuentas infinitas
sino tu voz varada en mis raíces.



Luis Natera.

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